Alcohol y visión

La ingesta desmesurada de alcohol tiene muchas consecuencias negativas sobre nuestra salud en general y sobre nuestra visión en particular.
Cómo veréis seguidamente, alcohol y visión no se llevan muy bien.

Todos sabemos que el alcohol es una droga psicoactiva con muchos efectos secundarios sobre nuestro organismo. Está legalizado y plenamente instaurado en nuestra sociedad. Totalmente tolerado, se consume diariamente y casi siempre es el núcleo de fiestas y celebraciones. En Europa los mayores de 15 años consumen de media 11,3 litros de alcohol cada año. Esto equivale a más de 170 gramos de alcohol semanales.

El alcohol tiene un efecto cambiante con el tiempo. Inicialmente, nos relaja y nos alegra. También nos ayuda a desinhibirnos. Desgraciadamente el segundo efecto es mucho más lacerante puesto que a medida que aumentamos su consumo se producen unos efectos desastrosos sobre nuestro organismo. Las membranas celulares tienen un altísimo índice de permeabilidad al alcohol. Cuando el alcohol entra en la sangre, el torrente sanguíneo lo llevará a casi todos los tejidos de nuestro cuerpo.

Mencionar que el consumo de alcohol tiene unos efectos acumulativos sobre nuestros ojos y sobre el resto de órganos. Las personas que han bebido alcohol en exceso durante años sufren daños en los ojos que pueden, incluso, derivar en ceguera. Estos efectos se dan tanto a corto como largo plazo

Seguidamente os mostraremos las principales afectaciones del alcohol sobre nuestra visión y sobre el resto de nuestro organismo.

Alcohol y visión a corto plazo

Ojos rojos

La primera afectación es la más visible puesto que el consumo excesivo de alcohol reduce el oxígeno en los glóbulos rojos y produce la dilatación de los vasos sanguíneos de la esclerótica . Al aumentar el flujo de sangre a través de este vasos, los ojos se inflaman y se vuelven rojizos.

Visión borrosa y visión doble

La visión borrosa viene dada porque el alcohol afecta nuestra visión periférica, que es la que nos permite detectar objetos a nuestro alrededor sin necesidad de girar la cabeza o de mover los ojos.
La visión doble, también llamada diplopía, se produce cuando nuestro cerebro no integra correctamente las imágenes captadas a la vez por el ojo derecho y el izquierdo. Entonces se crea una sola imagen doble que es la que vemos. De aquí que una de las prácticas más comunes cuando se sufre este tipo de visión sea cerrar o taparse un ojo.

Sequedad ocular

El alcohol es un gran deshidratante, por eso tenemos tanta sed cuando sufrimos resaca. Deteriora la película lacrimal y disminuye la producción de lágrimas. El principio activo del alcohol, el etanol, pasa a la lágrima y favorece su evaporación. Esta sobre deshidratación provoca, entre otras, el síndrome del ojo seco y acelera sus efectos.

Hipersensibilidad a la luz

El etanol también afecta a las células fotoreceptoras de la retina llamadas conos y bastones. Éstas son las células que convierten la luz en mensajes eléctricos. Estos mensajes se envían al nervio óptico, quien después los reenvia al cerebro. Esta afectación nos provocará hipersensibilidad a la luz y problemas de adaptación y enfoque cuando haya cambios repentinos de iluminación. También influirá sobre la normal percepción de los colores.
Por la noche favorecerá la creación de halos que son los círculos luminosos y difuminados que se crean sobre punto de luz como por ejemplo las farolas.

Miocímia

Es la actividad muscular espontánea consistente en contracciones sucesivas y rítmicas de las unidades motoras que hay bajo los músculos de la piel. Es lo que popularmente se conoce como un tic en el ojo.

Bolsas en los ojos

Vienen dadas por la inflamación y la acumulación de grasa bajo los párpados inferiores de los ojos. El alcohol aumenta la formación de las bolsas que son las responsables de dotarnos de una mirada cansada y apagaga. También se favorecen por la carencia del descanso normal cuando dormimos puesto que el alcohol afecta notoriamente las diferentes fases del sueño.

Alcohol y visión a largo plazo

Degeneración macular

La mácula, que es la parte central de la retina, se puede ver afectada por el consumo excesivo y continuado de alcohol. Cómo hemos mencionado en otras ocasiones, la principal causa de pérdida de la visión en gente de más de 60 años es la DMAE. Se asocia al envejecimiento de los ojos por el paso de los años y gradualmente destruye la visión central y aguda.

Afectación del nervio óptico

Como consecuencia de la ingesta de alcohol, nuestro nervio óptico recibe menos nutrientes, vitaminas y oxígeno. Esto puede provocar neuropatía óptica tóxico-nutricional. Clínicamente se presenta con pérdida visual progresiva, bilateral e indolora a causa del mal del nervio óptico por toxinas y/o déficit nutricional. Esta pérdida de visión puede ser irreversible.

Cataratas

El consumo sostenido de alcohol puede provocar un mayor riesgo de desarrollar cataratas. Producidas por la pérdida de transparencia del cristalino, son la principal causa de ceguera a nivel mundial.

Alcohol y otros órganos

Como hemos visto nuestros ojos y nuestra visión sufren cuando ingerimos alcohol, sobre todo cuando lo hacemos de forma muy continuada y desmesurada. Estas afectaciones son tanto o más importantes para el resto de nuestros órganos vitales.

En el cerebro y sistema nervioso

El consumo de alcohol afecta gradualmente las funciones cerebrales, en primer lugar las que tienen que ver con las emociones y posteriormente las que tienen que ver con el sistema motor.
Altera las acciones de los neurotransmisores que son las biomoléculas encargadas de transmitir la información necesaria a neuronas, células musculares y glándulas.
Destruye las células cerebrales y los nervios periféricos de forma irreversible.
Altera y modifica sentimientos y pensamientos y disminuye la memoria. También afecta negativamente el descanso y produce trastornos del sueño.

En el corazón y sistema circulatorio

Aumenta la actividad cardíaca y produce vasodilatación periférica.
Incrementa la presión sanguínea.
Favorece la fibrilación auricular, las arritmias y malogra el músculo cardíaco.
Incrementa el riesgo de hemorragia cerebral y de ictus isquémico.

En el aparato digestivo

Aumenta la producción de ácido gástrico generando irritación e inflamación en las paredes del estómago. Esto favorece la aparición de úlceras, hemorragias y perforaciones de la pared gástrica.
Puede inducir cáncer de estómago, de orofaringe, de esófago y de hígado.
Provoca pancreatitis crónica y aguda. También diabetes tipo II y peritonitis.
Favorece la aparición de hepatitis y de cirrosis hepática.
Altera la función de los riñones, consume las vitaminas B y es un gran oxidante.

En la sangre

Inhibe la producción de glóbulos blancos y rojos.
Provoca déficit de vitaminas y de ácido fólico.

En el sistema inmunológico

Origina fallos del sistema inmunitario.
Aumenta el riesgo de infecciones producidas por bacterias y virus.

En el sistema reproductor

Puede causar infertilidad y disfunción eréctil.

En el embarazo y el feto

Puede desencadenar el síndrome alcohólico fetal. La sintomatología es retraso del crecimiento, alteración de trazos cráneo-faciales, malformaciones cardíacas, malformaciones hepáticas, malformaciones renales, malformaciones oculares y malformación cerebral.
También afecta, y mucho, el sistema nervioso central del feto que podría derivar en retraso mental.

El mejor remedio es siempre la prevención que pasaría por un consumo responsable del alcohol

Si pensáis que sufrís alguna dolencia ocular, venid a haceros una revisión
Os esperamos!

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